En tiempos de nuestros padres y abuelos, las cosas se conservaban y se pasaban de generación en generación. Los objetos de lujo, como las joyas de la abuela o ediciones especiales se guardaban con mucho cuidado por si llegaban tiempos duros y hubiera que venderlos para sobrevivir hasta que la suerte nos vuelva a sonreír. Poco a poco las cosas dejaron de hacerse para durar. Primero a través de la obsolescencia programada, reemplazando materiales nobles por otros más baratos y frágiles, hasta llegar al punto en que estos eran directamente inexistentes. Enarbolados en una falsa preocupación ambiental en contra de la acumulación de objetos, las cosas ya no se entregaban en cajitas, sino que se transmitían directamente desde la "nube". Luego ni siquiera nos dejaron poseer lo que dejabamos en la nube, sino que nos permitían acceder a ella siempreque paguemos una suscripción y aun pagando, las cosas podían desaparecer o cambiar sin que podamos hacer nada al respecto. ¿Qué nos queda...